Páginas

lunes, 23 de septiembre de 2013

La Llave I: el comienzo


Ese verano junté mis cosas y me fui al Aconcagua. El viaje a la ilusión de la cima de América ocurrió en enero de 2009 y como siempre que la aventura extrema llama, al principio éramos varios pero al final fuimos siendo menos hasta que en la ciudad de Mendoza dejé a mi último compañero en el hospital con un brazo quebrado por una moto. 

Solo, con poco equipo y con el mal de altura en el medio del estómago sabía que no tenía muchas chances de lograr mi objetivo, entonces me dediqué a recorrer minuciosamente la zona baja. Fue así como crucé el puente ferroviario sobre el Río de las Cuevas, gateando por miedo a caer al agua por pisar un durmiente flojo o porque el viento torrencial me volara de mis pasos. También conocí los túneles donde antaño se hacían las recargas de los trenes que seguían para Chile y terminé, como no podía ser diferente, en el cementerio del pueblo bajo una luna gigante. Eran por lo general todas tumbas de escaladores fallecidos. Veía sus fotos y parecían tipos muy rudos, con lo que me iba convenciendo que tenía muy pocas chances de hacer cumbre y bajar vivo.

martes, 17 de septiembre de 2013

El loco Izzy

 
Mis gustos por las cuestiones esotéricas nacieron hace muchos años de la mano de quien me trasladara gran parte de mis actuales locuras: el loco Izzy. En el círculo de compañeros del octavo año era conocido simplemente como “el loco”. Él por aquel entonces tenía bien ganado su apodo, y yo no era más que su discípulo y compañero de “Complemento de Pesas”, una actividad que hacíamos los viernes a la noche en el Polideportivo de Mercedes.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Celular


Fue una tarde volviendo en bicicleta de Mercedes a Capital que me perdí a la altura de Morón, y por mi eterna costumbre de no pegar media vuelta, seguí. Seguí pensando retomar el camino más adelante y a diferencia de llegar a la Av. Rivadavia, por donde venía, terminé media hora más tarde en los caminos estrechos de un asentamiento de emergencia. Ese día había hecho más de 70 kilómetros, estaba muerto, el caer de la noche era inminente y ya no tomaba demasiados recaudos. Paré en un camino parecido al de un basural a revisar el mapa, cosa que no había hecho hasta ese momento. Cuando me volví a orientar respirando profundo en desaprobación por los kilómetros que me había desviado, hice una mirada más a mi entorno. Vi unos señores con unos carros desparramando chatarras y cartones, vi a unos nenes corriendo entre los perros y vi mucha basura por todos lados. Pero de la basura, que en varios lados estaba en llamas, lo que me resultó más desagradable fueron los pañales descartables tirados por doquier y largando un olor a plástico nauseabundo que entumecían el ambiente.

martes, 10 de septiembre de 2013

Eterna

Eterna




Me desperté muy temprano,
aturdido por el silencio del sábado.
Afuera siento las gotas,
disolverse en la marquesina de chapa.
Abro los ojos.
Todavía estás ahí, dando vueltas en mi cabeza.
¿Habría sido verdad?
La intensidad hace borrosa
la delgada línea entre lo real y lo abstracto.
En el fondo escucho el silbato.
Pero no quiero salir de la cama.
Tengo miedo.
Miedo que se termine.
Me fuerzo a cerrar los ojos,
 y estás ahí de nuevo,
Difusa.
No hablás, sólo mirás prolijamente.
Intento abrazarte, pero a penas te siento.
Me pregunto conmovido,
¿qué se esconde detrás de ella,
que ni siquiera la lluvia
tiene caricias tan suaves?
El tren ya se va,
pero no quiero irme.
Sé que me aleja.
Junto coraje,
y hago un último intento por abrir los ojos,
Pero oh sorpresa,
Ya los tenía abiertos!
Y todavía seguís ahí,
real, eterna.


Podes escuchar este poema aquí