Esta historia
esconde más de lo que cuenta y eso se respiraba en la mesa de Herr Fertig las pocas
veces que fue contada ante sus nietos.
Herr Fertig era mi
patrón en el campo. Con escasos 9 años, cuarto y único hijo varón de la familia,
había huido de la Alemania de post guerra para empezar una nueva vida más
pacífica en la otra punta del mundo, en Agote (Argentina). Fiel a su religión -trabajador,
inteligente y riguroso- pronto supo hacerse la américa en estas tierras
fértiles y despobladas. Tuvo varios hijos que rápidamente se dispersaron por el
mundo y en aquel tiempo, mi tiempo en el campo, eran sus nietos los que venían
a visitarlo y pasar un verano en su casa.