Om namah shivaya
Me desperté en la madrugada con unos cánticos espirituales muy cargados,
olor a incienso,
una pelea de monos en el techo de chapa,
un tanque rebalsándose,
calor.
Un grupo de mujeres cepillaba ropa del otro lado de la pared —de chapa y madera—
Un camaleón traslúcido me miraba desconcertado en línea recta desde el foco de mi cuarto.
India tiene el alma al aire,
te mantiene muy sensible todo el tiempo.
Llegué a Varanasi hace una hora y la ciudad no quiere que duerma.
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