Finalmente la había podido ver a Laura.
Ella estaba ocupada en una reunión en la sala 301, sale y me dice de charlar del tema de mi tesis. Voy corriendo a buscar mi tablet mientras ella terminaba de juntar las cosas y el espacio en ese momento se transfigura, algo que me pasaba a veces en este mundo con consecuencias incomprensibles.
Empiezo a volver y en seguida dejo la tablet. El camino era una vía abandonada que volvía a la estación de Retiro pero por otra traza, otro camino que combinaba superficie y subterráneo. Camino rápido, corro. El aire era tan denso que mientras corría, me podía ayudar con los brazos para ir más rápido nadando crol. Antes de la entrada a la parte subterránea había una vieja estación y una formación, ambas abandonadas. Veo que el terreno estaba en pendiente entonces empiezo a empujar al último coche para que se ponga en movimiento y me subo mientras arranca. Adentro había un ciruja con una nenita. El señor conocía como operar el tren y contento de que había vuelto a funcionar me deja a la nenita y se va a la parte delantera para tomar el mando. En un momento aparece una clara señal de que nos tenemos que bajar, pero esté buen hombre no quiere. Dice que va a quedarse y en el paso a nivel lo va a frenar si eventualmente se necesita.
Yo no estoy convencido y me bajo con la nenita. En la estación estaban los operadores de la línea que iban a volar el tren con unos químicos para que este no avance hasta el paso. Antes de llegar el tren se detiene. No viene nadie. Hay un momento de silencio y el tren rechina como queriendo arrancar nuevamente. En ese momento los técnicos de la estación accionan el detonador y explota la cabina del primer coche. Conocían quien estaba adentro. Nos acercamos con la nenita, vemos que los químicos no se habían consumido del todo y el cuerpo flotaba en esa masa líquida llena de tóxicos mientras se iba disolviendo. Yo miraba entre las llamas al cuerpo que había quedado planchado boca arriba con el overol azul y la cara sonriente mirando al cielo.
La nenita se agarra de mi mano derecha y me dice vamos, ya está.
Podes escuchar este cuento aquí
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