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sábado, 27 de noviembre de 2021

Yo

 

 

Mercedino, rosarino, porteño, ciudadano de este mundo.

Un vagabundo que pasó su infancia arriba de una bicicleta buscando recovecos para explorar, arroyos para nadar y lugares para trepar.

Escritor amateur de recorridos y lugares, la mayoría prohibidos o abandonados. 

Me gusta escribir porque es sinónimo de que encontré tranquilidad.

Hago un gran esfuerzo por contar historias reales, pero muchas veces, y sin darme cuenta, empalmo por el camino de la fantasía y se unen a los cuentos personajes de otro mundo. 

Espero que disfrutes estas aventuras.

Carlos Aprile. 



miércoles, 17 de noviembre de 2021

Medallista urbano o corre por tu vida.

 

 

Me terminaba de atar los cordones de las botas número cuarenta y seis y medio en la calurosa tarde del 21 de diciembre cuando a más de 100 kilómetros mis amigos reunidos se preguntaban qué le estará pasando a charlie en este momento.

Me estaba por ir unos días de mochilero y por eso osaba en probarme los borceguís de suela muy dura y felpa muy abrigada en esta época del año.

La avenida Corrientes en la esquina de Pueyrredón explotaba de gente: comerciantes malhumorados por la falta de electricidad, kiosqueros que habían salvado el año vendiendo gaseosas inmersos en la ola de calor, regateadores de precios que entraban y salían de cuanto negocio había, y también estaban los manteros. Los manteros, o como se los quiera llamar, son unos señores de cara muy seria que hablan poco español y venden imitaciones de anteojos usurpando buena parte de las veredas. La gente se detiene a ver qué tienen de nuevo, entorpeciendo aún más el elevado tránsito de fin de año y dándole lugar a los pungas a que se hagan de varios teléfonos y billeteras.

Por esa vereda y con la única intención de recordar cómo era caminar en esas naves espaciales venía yo con mi mochila.