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jueves, 2 de enero de 2014

Psicotécnico


¡Heyy! ¿Qué hacés JN?!
Uh, no sabés. Fui preparado para dibujar el tipito bajo la lluvia y no me sirvieron de nada los 4 modelos de paraguas que había practicado. Al final tuve que escribir algo en una hoja.

¿De qué me disfracé? Jaja, justo me acordé del viaje a Misiones y les conté esa historia.
¿Cómo de qué Misiones? ¿No te acordás? Marzo de 2011 ¡Estás viejo JN! Deberías acordarte…


Yo me estaba emancipando en la aventura de las travesías por los arroyos para lo cual seguía tu larga lista de consejos. Me acuerdo que había demorado el viaje tres meses porque no había forma de memorizar la canción.

Fue lo más difícil. Ya estaba preparado para pasar tres semanas en la selva misionera solo, podía armar un fuego bajo el diluvio más grande y hacer un manjar como para la primera cita con tu chica nueva con algunos pescaditos que sacara del agua. Sabía cómo armar la hamaca paraguaya en cualquier sitio, bajo cualquier tormenta eléctrica y en cualquier posición.

Pero ahora no venías conmigo y tenía que tener en cuenta algo de lo que antes no me preocupaba. Estaba por atravesar la selva virgen mitad por la margen, mitad nadando y sabía que ningún animal salvaje estaría dispuesto a dejarme pasar gratis. Tendría que pedir permiso a las yararás doradas que andan por el río tan sueltas y sonrientes como por la tierra, esquivar las inmensas telas de las viudas negras, evitar comer en algún almuerzo un insecto venenoso, escuchar el sonido de la marabunta para descolgar la hamaca y salir corriendo y eso sólo para mencionar algunos de los miles de peligros que implicaba mi primera travesía sin tu compañía.

Por suerte me habías tirado la posta. Y nunca dudé de la eficiencia del método por más que me haya costado varios meses de entrenamiento mental aprenderme la canción entera. Tenía la certeza de que cuando escuchara el cascabel de la serpiente tenía que empezar a cantar a los gritos y esperaba que sólo con eso bastara para ahuyentar irreversiblemente a cualquier agresor osado que viniera a atacarme. Y de verdad que funcionó. Sólo tuve que cantar una vez cuando se acercó un perro rabioso al inicio de la caminata. Fueron tres semanas increíbles. ¿No te acordás que te conté todo?

-¿De qué te reís?¿Qué pasa? 
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-Sí, te mencioné en el relato. ¿Está mal?
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-Pará, dejá de matarte de risa.¿Cómo que estoy afuera? ¿Vos decís? Si nadie te conoce!
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- Uh... tenés razón. Ahora la gente sólo ve números, índices, producción. Miradas frías, competencia voraz. Somos seres digitales absorbidos por la electrónica. En las grandes ciudades nadie se detiene a ver en qué sentido gira el mundo esta mañana, ni le prestan atención a los gorriones alegres de las ventanas. Todo va con prisa, todo es binario, cero o uno, adentro o afuera. Esta vez me tocó estar afuera y pasar el papel de loco fabulador que asusta a las psicólogas laborales. 




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